Desde casi siempre hemos sentido que lo mejor es “olvidarse de la propia lengua”, cuando comenzamos a estudiar una segunda o tercera lengua extranjera.
Recuerdo mis años de estudiante, la inmersión era casi total, más allá de estar a miles de kilómetros del territorio donde se hablaba el idioma que habíamos elegido.
Casi era un pecado mencionar nuestra lengua materna como si ésta solo podía entorpecer y ralentizar nuestro proceso de aprendizaje.
Yo también estaba de acuerdo con esto, pero hace unos años haciendo una formación sobre Intercomprensión, me di cuenta que también existía la opción de aprender una lengua extranjera de la familia de las lenguas neolatinas a partir de la nuestra, si somos hablantes nativos de otra del mismo grupo.
Si nunca antes te lo habías planteado te invito a probar, en realidad de una manera u otra es lo primero que hacemos cuando comenzamos a transitar cualquier aprendizaje, nos apoyamos en lo que conocemos.
Los italianos se apoyan en su idioma de una manera intuitiva pero para no caer en errores frecuentes que luego perduran en el tiempo, lo mejor es ser consientes de esto y usarlo a nuestro favor.